El otro día tuve la oportunidad de ir a bailar. Supuse, como otras tantas veces, que las cosas no saldrían de lo común. Y aunque mucho no me equivoqué, hubo ciertos detalles que a uno le hacen pensar. En síntesis, llegué a estas conclusiones:
- en primer lugar, aunque me cueste admitirlo, soy una persona torpe. Creo que lo soy desde chico. Las cosas a veces se me caen de las manos, no cazo los chistes de una (no todos, algunos), no soy uno de los mejores bailarines de Mendoza (es más, apunto a ser uno de los peores)...
 Sin embargo, algo tengo de inteligencia. Una de las cosas que me ha llevado a pensar eso es mi despliegue para conquistar a alguien. Soy la verdad muy torpe cuando estoy realmente interesado. Genero dentro de mí un debate incalculable entre lo que se debe y lo que no se debe hacer, y cuando llego a una determinación, ya es tarde. Sé igualmente que no soy el primero al que le suceden estas cosas, pero que pueda expresarlo es un avance para mí.
Sin embargo, algo tengo de inteligencia. Una de las cosas que me ha llevado a pensar eso es mi despliegue para conquistar a alguien. Soy la verdad muy torpe cuando estoy realmente interesado. Genero dentro de mí un debate incalculable entre lo que se debe y lo que no se debe hacer, y cuando llego a una determinación, ya es tarde. Sé igualmente que no soy el primero al que le suceden estas cosas, pero que pueda expresarlo es un avance para mí.- en segundo lugar, no creo que sea necesario decir más de lo que he dicho.
 
 
 

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