El otro día tuve la oportunidad de ir a bailar. Supuse, como otras tantas veces, que las cosas no saldrían de lo común. Y aunque mucho no me equivoqué, hubo ciertos detalles que a uno le hacen pensar. En síntesis, llegué a estas conclusiones:
- en primer lugar, aunque me cueste admitirlo, soy una persona torpe. Creo que lo soy desde chico. Las cosas a veces se me caen de las manos, no cazo los chistes de una (no todos, algunos), no soy uno de los mejores bailarines de Mendoza (es más, apunto a ser uno de los peores)...
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- en segundo lugar, no creo que sea necesario decir más de lo que he dicho.
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