jueves, 3 de diciembre de 2009

VIRGINIA: DIARIO Y PREMONICIÓN

Estoy leyendo el diario de Virginia Woolf. Me sorprende la rigurosidad con la que escribía esta mujer, como si se tratara de una alquimista persistente y precisa. Así como ella lo hacía, me puse a pensar respecto a lo que estoy escribiendo. Pienso en los personajes de la novela, en Beatrixxx, en Jonas, en Marcos y Patricio. Un juego interesante hay de por medio, como un mundo de varios niveles narrativos que poco a poco se va quebrando y fundiéndose. Suena interesante, pero no sé, a veces pareciera que solo construyo un castillo con cartas. Virginia también se preguntaba de lo que hacía, el porqué, el cómo, revisaba, una y otra vez, a modo de escritunio. ¡Qué mujer! Pienso en mis lecturas, en mis escritos, en las películas que miro todas las noches. Beatrixxx salió de ahí, Jonas no, él salió de otro lado, menos presentable. Marcos es un invento de mí, una suerte de pac-man que come la frutita encantada. Se exacerban los defectos, se caricaturiza. Patricio se me hace invisible todavía, como difuso, mejor dicho. Tiene peso pero no sé exactamente cuánto. Será cuestión de ir midiendo. Supongo que el mismo Marcos me lo irá mostrando. Baatrixxx está teniendo más personalidad y la forma en que se narra, creo que también. Pero es difuso todavía, borroso, fuera de foco. Hay tachaduras en mi mente, todavía. Supongo que tendrá vida este verano, vida completa, cuerpo entero. Será cuestión de mantener el equilibrio.

martes, 30 de junio de 2009

Mini-cortisho

Aquí uno de los primeros trabajos de la escuela de cine. Véanlo con mucho amor, ya que es necesario.




GRacias!

martes, 7 de abril de 2009

Cuentillo

He aquí un texto escrito hace un tiempo. Rosa, casi catártico, en fin, un texto. A disfrutarlo, en caso de que así sea:


El bar

Lo miró de reojo mientras compraba en el mostrador. Tenía un traje gris, un peinado sutil hecho en la mañana y desdibujado durante el día. Parecía que había estado llorando, o que quizá había recibido algún golpe que le había hecho lagrimear. Compró cerveza y se sentó. Estiró las piernas y se dejó caer como si se tratara de un diván. Se sirvió y bebió con prisa. Lo hacía como si intentara apagar un incendio, como si pudiera diluir alguna llaga.

Miguel lo estudió lentamente. Se había olvidado su cámara en casa. Lamentó no tenerla con él. Podría haber tomado tantas fotos. Con su mirada el hombre le decía que había sido traicionado, o quizá, despedido, violado, insultado. Llevaba consigo una carga invisible. Quiso creer que se borraba con el alcohol, con un vaso frío y una mesa pequeña en un bar oscuro. Pero eso no pasaba. Se imprimía aún más, se marcaba como si se tratara de un hierro candente.

Miguel decidió guardar las imágenes en su memoria. Lo miró y midió cada centímetro de luz y de sombra, observó cómo el humo disolvía algunas líneas, cómo brillaban sus labios con la humedad que se quedaba luego de cada sorbo. Se dijo que seguramente él no esperaba tener un día así. No con ese traje, con ese peinado, con esa presencia. Parecía un héroe cansado, un caballero moribundo que rogaba por agua. Se pensó así, se pensó igual, lo recordó. Pobre de mí, cuánto tiempo perdido en ese mar. No debo volver. Quererlo así fue la desdicha. Querer así es convertir un día normal en un confesionario, en un bar, en una danza solitaria con los hilos de los cigarrillos. Pobre de mí…

viernes, 27 de marzo de 2009

¿Debilucha o Erin Brockovich?

El otro día charlaba con un amigo sobre esto de ser una "mujer fuerte". Nos decíamos que, a pesar de tantas cagadas, tanta cosa mala dando vuelta, tanta (y me permito ser seudo-poeta) "lágrima derramada sobre las sábanas", hemos podido seguir y al parecer somos fuertes. Pero he ahí el dilema. ¿Lo somos? ¿O acaso con un pequeño empujón nos volvemos endebles como Olivia?


La figura de Erin se me vino a la cabeza. Una chica audaz, llena de responsabilidades, de problemas, de toda índole, y que logra lo que se propone. Obviamente es cine, y el cine ilusiona como un cartón de lotería o una tapita de coca cola. Erin nos muestra que sí se puede, que se sale adelante, que aun un desamor, una mala jugada, es posible afrontar. ¿Qué sucede, ahora, cuando vuelve y vuelve y vuelve? Siento muchas veces que la reiteración es parte del desafío. Erin no caería, Olivia siempre cae. Amo poder decir que lo he superado, pero odio sentir que aún no lo he hecho, cuando ese mismo problema vuelve a surgir. Los amores histéricos, la aparición de personas indeseadas, las mismas palabras que hieren de la misma forma, todo puede debilitar a Erin.


Asemejarse a ella no significa teñirse de rojo y operarse la nariz buscando la perfección de Julia, sino darle adelante, no aflojar. Las cosas van y vuelven, los mismos problemas lo hacen. Me siento a veces entre los dos tornados y las vacas voladoras, mirando la misma disquisición una y otra vez. Me digo entonces, muy fuerte y muy adentro: "¿cómo actuaría Erin? ¡Vos podés! ¡Vos podés!".

lunes, 16 de marzo de 2009

Grupo - Grupete / ¿soberbio - sorbete?

En los últimos días he analizado un dilema interesante. He tenido la oportunidad de "pispear" el funcionamiento inicial de un grupo que al parecer parece muy copado. Ahora, como no siempre me sucede, decidí dar mi voz y voto y no ocultar mi parecer. Esto ha causado, según veo, cierto rechazo. ¿Indiferencia, quizá? No lo sé aún. Lo importante a analizar es cuánto uno puede meter en su discurso de objetivo, sin caer en la soberbia. Porque, por más humildad que podamos tener, no puedo dejar de pensar que quizá uno es más listo que otra persona. ¿Cuándo el amor propio se transforma en arrogancia? ¿Cuándo dejamos de intentar impresionar para pasar a ser arrogantes fácilmente rechazables?


Cada grupo maneja una dinámica particular. A veces interesante, copada, otras más lejos de mí, de uds, de la mayoría o no. En fin, cada grupo va encontrando su surco, pienso. Y si cuando eso mismo notamos, y al mismo tiempo vemos que no podemos andar por ese surco, ¿cuál es la mejor opción? ¿Saltar a otro? ¿Intentar hacer más ancho el caminito? ¿O parar el agua, total...?


Me he encontrado un tanto desconcertado. Mis opiniones "subjetivas" (claro) que intentaron ser constructivas se han convertido en un discurso un tanto elitista (según se dice), un tanto "soberbio". No puedo decir que me sorprende del todo, creo que en cierto modo algunos tenemos ese caracter algo arraigado. Mmmm... ¿Será? Me pregunto. Cuando ocurre esto, ¿seremos los más copados, más que el resto? ¿O los más nabos? ¿Será que somos incomprendidos, mal juzgados, más inteligentes? ¿O menos humildes, menos "populistas", menos inclusivos? Mmmm... no sé. Por suerte, por ahora, sigo dudando. La duda da algo de poder, creo yo. Un poco siempre está bueno.

viernes, 27 de febrero de 2009

Mirar y ser mirado


Hace un par de semanas, luego de volver al ruedo de las noches acocteladas y de música top y de permitir una plácida euforia, analicé el funcionamiento de sitios así, digo, de boliches. Es claro que la dinámica ronda alrededor de lo puramente visual, de lo externo y, podría decirse, superficial. Pienso en el cuidado (extremado en algunos) que tienen los que van para con sus trajes, vestidos y demás utensilios. Pienso en los esquemas canónicos que algunos intentan (casi desesperadamente) imitar: como los pelos al aire, los teñidos y demás, que deforman (en la mayoría de las oportunidades). Al fin de cuentas, me pregunto, ¿cuál es el código patente que mueve a sitios así, que hace que nos comportemos casi de la misma manera?


Es evidente que todos lo conocemos. De mejor o no tan mejor forma, estamos pendientes. Sabemos quiénes son las estrellas, quiénes estan por primera vez, quiénes ya han pasado su vida ahí, buscando y buscando. Se ve esa búsqueda, esa evidente casi "desesperación" por encontrar el amor eterno en este lugar. ¿De dónde viene esa imposición? ¿De dónde nace la indispensable necesidad de buscarlo y encontrarlo ahí?


El boliche es un lugar de encuentro, de juego, de caretas al estilo Pirandello, quizá con toques pop y algunos más trash. Se hace una excursión interesante por la dinámica de la seducción o la in-seducción de las personas. Se ve el grado de libertad que pueden o no tener al estar expuestos. Cómo baila, cómo se mueve, cómo habla con los amigos. Miramos y especulamos. Nos miran y sacan conclusiones. A veces desespero al sentirme inmerso en ello, pero me solazo cuando siento que nado como un pez en el agua entre este maremágnum. A veces las cosas podrían ser más simples, pero perderían su encanto. ¿O no?

lunes, 16 de febrero de 2009

Pasión

Hace poco leía una serie de textos acerca de filósofos y escritores franceses. En realidad, era algo breve, sintético, pero bastó para que me parecieran unos copados... Paso a explicar por cuá.

Rabelais amaba la vida, como solo un humanista podía hacerlo. Dentro de su doctrina, adhería a la idea de otro tipo que decía: "¡Haz lo que quieras!", no es una apología al libertinaje, sino a la libertad de poder hacer lo que deseemos sin atropellar la libertad de los otros, dada que la naturaleza no es mala, sus impulsos serán buenos y debemos seguirlos. Diderot, muchos siglos después, decía que la Naturaleza era la excelencia, y que el hombre no debía dejarse limitar por cosas extrañas, como la religión, por ejemplo. Rousseau, otro copado, pensaba que la naturaleza hizo al hombre bueno, pero la sociedad lo hizo malo. Nada que el hombre impulse por su instinto y deseo es malo. De hecho planteaba el retorno al hombre natural, sin perder, claro está, los logros del hombre civilizado.

¿Qué tanta cabida debemos darle a nuestros impulsos? ¿A nuestras pasiones? Pienso en la atracción física, en enamorarse, en algo tan básico como las ganas de tener sexo.

Racine, por otro lado, mostraba a las pasiones humanas como aquello que vive en el hombre de forma oculta, pero que sale en algún momento y enseña el lado más oscuro y primitivo. Las pasiones como aquello que destruye al hombre. Amar es lo peor, lo que nos hace sucumbir...

Mmm... pensándolo fríamente, voto por los primeros.

lunes, 2 de febrero de 2009

Hísterix

Un amigo una vez bautizó así a un chico que se caracterizaba, no por pertenecer a los comic de Asterix, sino por ser uno de los emblemas más reconocibles de lo que actualmente se llama persona HISTÉRICA. Dedicaré este pequeño post a pensar, no con la mente en frío, en ellos (¿nosotros?).



¿Cómo ubicar la histeria? ¿Como una cualidad intrínseca de ciertas personas o como actitudes pasajeras, momentáneas, particulares, que no pertenecen a una conducta habitué? Otro amigo decía que en realidad todo depende del poder que se ejerza. El que se sabe deseado logra manejar, casi instintivamente, la situación. Puede complacer ese deseo, o no. Ahora bien, ¿qué sucede con aquel que poco le interesa complacer o no, sino justamente, el poder? Sentirse deseado es algo muy renovador, quizá mucho mejor que sesiones y sesiones de psicóloga. ¿Nace justamente de una necesidad, de un placer no del todo consciente? ¿O de algo puramente consciente, "cruel", quizás?



Hoy he perdido las ganas de seguirlo pensando. Quisiera poder resolverlo, para evitarlo, tanto en mí como en otro. Sentir que un buen sentimiento se pierde en un discurso, en palabras con edulcorante. Odio eso. Odio las palabras-anzuelo que perforan un noble sentimiento. Sin embargo, por otros momentos, recuerdo siempre lo que el hermano de Charlie Kauffman le decía a este pobre guionista inseguro: "El amor que uno siente es de uno. De nadie de más. Ni siquiera la persona amada tiene el derecho de poder hacer algo con él".

domingo, 25 de enero de 2009

Pato

Hace un tiempo, perdido en un cajón, en vacaciones por la costa, encontré un libro de un ruso llamado Alejandro Solyenitzin. Si bien no todos los cuentos me gustaron, uno me pareció una obra de arte. Aquí lo comparto y comento:



EL PATITO



Un pequeño patito amarillo cojea y se cae cómicamente sobre su pancita blanca en el pasto mojado. Corre delante de mí y chilla "¿dónde está mi mamá?" "¿Dónde están todos?..."Pero no es su mamá, es una gallina; le pusieron un huevo de pato y lo empolló con los suyos, sin hacer diferencia alguna. Ahora que se aproxima el temporal pusieron su casita, un viejo canasto roto, bajo techo y la cubrieron con una bolsa. Todos están allí, salvo éste que se extravió.



Ven pequeñuelo, ven a mis manos.



¿Cómo se afirma en esto la vida? Ningún peso, ojos negros como perlitas, patitas como de gorrión. Lo estrechas y no existe más. Y sin embargo es calentito. Su piquito rosa pálido ya es ancho, las piernecitas ya lucen sus membranas, se notan las alas plumosas y es amarillo como los de su estirpe. Y ya se diferencia por el carácter, de sus hermanos adoptivos.

Nosotros pronto volaremos a Venus. Nosotros. Si todos nos pusiéramos a la obra, en veinte minutos labraríamos todo el mundo... Pero nunca, nunca, con todo nuestro potencial atómico podremos componer en una probeta, aunque nos den plumas, carne y huesitos, este imponderable, pequeño, lastimoso, patito amarillento.



Una de las cosas que me llamó la atención, es la claridad textual con que muestra la esencia de una persona. Si sos un pato, no hay con qué cambiarlo. El tema de la Mihanovich no es novedad.


En más de una oportunidad, uno es un patito feo que se oculta entre los demás, que se cree el más desdichado, el más incomprendido y sí, el más feo. Pero con el tiempo, la vida y las palabras, el pato no solo será cisne, sino que es el que más alto vuela, el que más lejos llega, el que quizá entiende más del aire y del viento. Afortunada existencia de patos feos. Es hora de aplaudirles, olvidar mentecatos gallos que solo cacarean y no llegan a nada. Descubrir la esencia, lindo trabajo.