El otro día charlaba con un amigo sobre esto de ser una "mujer fuerte". Nos decíamos que, a pesar de tantas cagadas, tanta cosa mala dando vuelta, tanta (y me permito ser seudo-poeta) "lágrima derramada sobre las sábanas", hemos podido seguir y al parecer somos fuertes. Pero he ahí el dilema. ¿Lo somos? ¿O acaso con un pequeño empujón nos volvemos endebles como Olivia?
La figura de Erin se me vino a la cabeza. Una chica audaz, llena de responsabilidades, de problemas, de toda índole, y que logra lo que se propone. Obviamente es cine, y el cine ilusiona como un cartón de lotería o una tapita de coca cola.
Erin nos muestra que sí se puede, que se sale adelante, que aun un desamor, una mala jugada, es posible afrontar. ¿Qué sucede, ahora, cuando vuelve y vuelve y vuelve? Siento muchas veces que la reiteración es parte del desafío. Erin no caería, Olivia siempre cae. Amo poder decir que lo he superado, pero odio sentir que aún no lo he hecho, cuando ese mismo problema vuelve a surgir. Los amores histéricos, la aparición de personas indeseadas, las mismas palabras que hieren de la misma forma, todo puede debilitar a Erin.

Asemejarse a ella no significa teñirse de rojo y operarse la nariz buscando la perfección de Julia, sino darle adelante, no aflojar. Las cosas van y vuelven, los mismos problemas lo hacen. Me siento a veces entre los dos tornados y las vacas voladoras, mirando la misma disquisición una y otra vez. Me digo entonces, muy fuerte y muy adentro: "¿cómo actuaría Erin? ¡Vos podés! ¡Vos podés!".